Una correcta alineación dental no solo aporta estética, también garantiza una función adecuada de la boca. El tipo de mordida influye directamente en la forma en que masticamos, hablamos y respiramos. Ignorar una maloclusión puede acarrear consecuencias a largo plazo que van desde dolores de cabeza hasta desgaste dental severo.

El crecimiento de la mandíbula, la genética o incluso hábitos adquiridos en la infancia pueden derivar en un tipo de mordida incorrecto. No todas son visibles a simple vista, y muchas veces es el odontólogo quien las detecta durante una revisión rutinaria. Aun así, existen signos como el apiñamiento, el desgaste irregular o problemas al cerrar la boca que pueden servir de alerta.

Comprender los diferentes tipos de mordida permite tomar decisiones informadas sobre tratamientos ortodónticos y prevenir complicaciones mayores. Con una evaluación profesional, es posible corregir la mordida y mejorar significativamente tanto la salud como la estética bucal.

¿Qué es el tipo de mordida?

Se entiende por tipo de mordida la forma en que encajan los dientes superiores con los inferiores al cerrar la boca. Una mordida ideal permite que los dientes encajen correctamente, distribuyendo la presión de forma equilibrada al masticar. Sin embargo, no todos presentan esta alineación perfecta.

Las alteraciones en la mordida, conocidas como maloclusiones, pueden afectar a la función, la higiene dental y la armonía facial. Además, una mala mordida puede contribuir al desarrollo de problemas en la articulación temporomandibular (ATM), dificultar la masticación o provocar molestias musculares.

Tipos de mordida más comunes

A continuación, se presentan los tipos de mordida más frecuentes en la población. Cada uno de ellos puede tener diferentes grados de severidad, desde leves hasta casos que requieren intervención ortodóntica compleja.

Mordida normal

Se considera mordida normal cuando los dientes superiores encajan levemente por delante de los inferiores y las arcadas se alinean correctamente. Esta relación permite una distribución equilibrada de las fuerzas masticatorias y no compromete la salud oral.

No obstante, una mordida aparentemente correcta puede ocultar desajustes leves que con el tiempo deriven en complicaciones. Por eso, es recomendable realizar controles periódicos con el dentista.

Mordida cruzada

La mordida cruzada ocurre cuando uno o varios dientes superiores muerden por dentro de los inferiores, en lugar de por fuera como sería lo habitual. Puede presentarse en el sector anterior (delante), posterior (molares) o de forma unilateral o bilateral.

Consecuencias frecuentes de la mordida cruzada:

  • Desgaste prematuro de piezas dentales

  • Asimetría facial

  • Desviaciones mandibulares

  • Dolor en la articulación temporomandibular

Detectarla a tiempo es clave, ya que su corrección en edades tempranas suele ser más sencilla.

Mordida abierta

En este caso, al cerrar la boca, los dientes superiores e inferiores no llegan a tocarse en la parte frontal o lateral. Es común en pacientes que han tenido hábitos como chuparse el dedo o usar el chupete prolongadamente.

Problemas asociados a la mordida abierta:

  • Dificultad para morder alimentos como bocadillos o frutas

  • Problemas en la pronunciación de sonidos

  • Respiración oral

  • Estética afectada

El tratamiento dependerá del origen y la severidad, pero puede incluir ortodoncia, reeducación funcional o incluso cirugía en casos severos.

Mordida sobremordida

Conocida también como sobremordida vertical, se da cuando los dientes superiores cubren en exceso los inferiores al cerrar la boca. Un cierto grado es normal, pero si la cobertura es excesiva puede generar complicaciones.

Síntomas y consecuencias:

  • Desgaste dental anormal

  • Lesiones en el paladar

  • Dolor mandibular

  • Sonrisa gingival

La sobremordida suele ser hereditaria, pero también puede verse influenciada por malos hábitos orales o pérdida prematura de dientes.

Mordida prognática

También llamada clase III, se caracteriza por una posición adelantada de la mandíbula inferior respecto a la superior. Esto hace que los dientes inferiores sobresalgan al cerrar la boca.

Impacto en la salud bucal:

  • Dificultades para masticar y hablar

  • Dolor mandibular crónico

  • Afectación estética severa

  • Mayor riesgo de traumatismo dental

En estos casos, el tratamiento temprano en la infancia puede evitar la necesidad de cirugía en la adultez.

Mordida en tijera

Menos común, esta mordida ocurre cuando los dientes superiores se sitúan totalmente por fuera de los inferiores, sin contacto. El resultado es una alteración en la función de masticación y un desgaste desproporcionado.

Consecuencias posibles:

  • Dientes más propensos a fracturas

  • Desequilibrio masticatorio

  • Problemas musculares o articulares

Requiere atención temprana para evitar problemas funcionales más complejos.

¿Qué factores causan una mala mordida?

Las causas de una maloclusión pueden ser variadas. A continuación, se destacan los factores más influyentes:

Genética

La herencia juega un papel determinante en la estructura ósea y dental. Muchas personas heredan la forma de la mandíbula de uno de sus padres, lo cual puede propiciar un tipo de mordida inadecuado.

Hábitos infantiles

Costumbres como chuparse el dedo, usar chupete más allá de los 3 años o empujar la lengua contra los dientes (deglución atípica) son responsables de numerosas maloclusiones en niños.

Pérdida dental

La pérdida de dientes, especialmente sin sustitución, puede provocar desplazamientos dentales y alterar el tipo de mordida. Esto es más común en adultos que no han recibido tratamiento tras perder piezas.

Traumatismos o cirugías

Golpes en la mandíbula, fracturas o intervenciones quirúrgicas sin planificación ortodóntica pueden modificar la forma en que encajan los dientes.

¿Cómo saber si tengo una mordida incorrecta?

Aunque el diagnóstico definitivo debe hacerlo un dentista u ortodoncista, existen señales que pueden indicar una mala mordida:

  • Dificultad para cerrar bien la boca

  • Dientes desalineados o apiñados

  • Desgaste irregular en algunas piezas

  • Dolor mandibular o de cabeza

  • Sonrisa asimétrica

Una revisión dental completa y, si es necesario, estudios radiológicos permitirán establecer el tipo de mordida y valorar el tratamiento más adecuado.

Tratamientos para corregir el tipo de mordida

Corregir una maloclusión mejora la funcionalidad, la estética y previene futuras complicaciones. Los tratamientos pueden variar según la edad, el tipo de mordida y la gravedad del caso.

Ortodoncia tradicional

Los brackets metálicos o cerámicos permiten corregir la mordida mediante el movimiento controlado de los dientes. Es el tratamiento más común y eficaz para una amplia variedad de maloclusiones.

Ortodoncia invisible

Los alineadores transparentes, son una opción estética y cómoda para corregir muchos tipos de mordida, especialmente en adultos que desean discreción.

Cirugía ortognática

En casos graves donde hay un desajuste esquelético, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para reposicionar los huesos maxilares.

Terapia miofuncional

Ideal para niños, esta terapia busca corregir hábitos orales inadecuados que afectan al tipo de mordida, como la deglución atípica o la respiración bucal.

Importancia de tratar la mordida a tiempo

Una intervención precoz puede evitar tratamientos más complejos en el futuro. Además, mejora la calidad de vida del paciente, facilitando la masticación, la higiene dental y la pronunciación.

Ignorar una mordida incorrecta puede derivar en:

  • Problemas digestivos por mala masticación

  • Bruxismo y dolores musculares

  • Mayor probabilidad de caries y enfermedades periodontales

  • Baja autoestima por causas estéticas

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